Andarríos


Hace algo más de una semana presenté al señor Llopis, a punto de embarcarse para el Himalaya, las excelencias del Delta del Llobregat. Pese a las fechas, el enclave bullía de vida y observamos un buen número de bichos emplumados. Varias familias de Fochas se reunían en las orillas de rieras y charcas, los jóvenes Zampullines hacían las continuas inmersiones que les dan nombre y las Cigüeñuelas no paraban de dar la alarma a quien quisiera escucharlas. En la riera de Sant Climent una Garceta, tensa como una ballesta cargada, vigilaba los fondos arenosos en busca de sus presas. A pocos metros de esta escena de caza hallamos un cadáver de un joven ejemplar de Gaviota patiamarilla y un ejemplar muerto de un pollo volandero de Cigüeñuela. Vida y muerte en directo, todo muy al estilo Okavango.

En el observatorio dels Pollancres pudimos comprobar cómo la canícula se había cebado en la lámina de agua de las marismas, reducida a un extenso fangal donde triscaban una joven Gallineta de agua (especie que hasta hace pocos años recibía el contundente nombre de Polla de agua), un grupito de Correlimos tridáctilos y un elegante ejemplar de Andarríos bastardo.

Algo dijimos ya de los correlimos hace unos meses, y hoy le toca el turno al Andarríos. Personalmente considero a los limícolas todo un desafío a la hora de identificarlos. Soy incapaz de dar un diagnóstico claro en el campo cando se trata de muchas de las especies que forman este gran grupo de aves, por lo que la fotografía digital, aunque sea realizada con una cámara más o menos sencilla como la que llevo siempre que me tiro al monte, me parece una herramienta magnífica. Y así y todo, ya en casa, con la foto ampliada en el ordenador y tres guías en la mesa, la identificación me lleva cierto tiempo.

Por otra parte, andarríos, archibebes, correlimos y otras especies similares, son aves fascinantes, de aspecto grácil pero provistas de una fuerza y resistencia fuera de la común. Casi todos estos pájaros nidifican en las tundras árticas y después migran hacia el África tropical, sorteando distancias enormes y dificultades sin cuento.

Las libreas de muchos limícolas parecen discretas pero, observadas con atención, presentan una complejidad de caligráfica asiática, que debe hacer temblar a los ilustradores de guías ornitológicas. Y si a eso le sumamos que presentan plumajes distintos dependiendo de la edad y época del año…

O sea, que el que se inicie en la identificación de estos animalillos ha de cargarse de paciencia y admitir que lo más probable es que se equivoque (al menos al principio). Pero eso es lo de menos, el afán clasificatorio es un rasgo cultural muy occidental del que a menudo viene bien despojarse para poder disfrutar sin anteojeras de los bichos que pululan a nuestro alrededor. Sólo la percepción de la multiplicidad vital que nos rodea es un regalo gratuito que se nos regala sin pedirlo. Y de eso va este blog.

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