Orquídeas de abril

Para que la pequeña maravilla de orfebrería vegetal que se aprecia en la foto pudiera florecer han debido hilarse previamente toda una serie de sucesos extraordinarios. Uno de los más espectaculares es el diseño que no vemos de la flor pero que si tuviéramos capacidad de captar las bandas de luz ultravioleta se nos mostraría como una hembra de algún tipo de insecto, posiblemente una pequeña avispa. Este diseño oculto para los humanos atrajo la primavera pasada a una avispa macho en pleno frenesí reproductor; quizá entrara en juego igualmente un discreto aroma a feromona de avispa hembra. Nuestro excitado macho habría comenzado a copular infructuosamente con la orquídea, consiguiendo pocos éxitos en el terreno fecundador pero llevándose con él un par de nuevas antenas: los polinios de la orquídea, una especie de bastoncillos donde la planta guarda el polen que atesora su carga genética, desprendidos del ginostemo gracias a los movimientos del invertebrado.

Nuevo suceso extraordinario: el astado macho será engañado nuevamente por otra orquídea de la misma especie, justo en el momento en el que los polinios, que hasta entonces ocupaban erectos la cabeza del insecto, se curvan lo suficiente para que descarguen el polen en el estigma de la nueva flor.

En cuanto la orquídea es fecundada, la flor comienza a marchitarse y los óvulos contenidos en el ovario de la flor se transforman en una cápsula que, al secarse, libera su contenido de semillas. Miles de semillas microscópicas serán transportadas por el viento que las irá dejando, al azar, aquí y allá. Lamentablemente, las semillas de la orquídea son tan pequeñas que no cuentan ni siquiera con endospermo, es decir, el tejido nutritivo usado como alimento por el embrión de la planta. Sin este tejido especial la planta no puede desarrollar ni raíces ni sus primeras hojas, indispensables para el crecimiento. Y aquí sucede un nuevo prodigio.

Si nuestra semilla microscópica cae en un suelo colonizado por hongos del tipo Rhizoctonia, éstos no tardan en invadir la semilla, disolviendo con sus enzimas la dura cáscara que envuelve el embrión de la orquídea. Es en este momento cuando aquél sale de su estado de latencia y absorbe del hongo las sustancias que éste crea como materia de rechazo. La semilla, con estos aportes de nutrientes, irá creando unos filamentos que, a corto plazo, formarán las partes subterráneas de la orquídea. El hongo invade rápidamente estos órganos, de los que obtendrá nutrientes que él por si mismo no puede conseguir. Se habrá establecido entonces una bonita –permítaseme el adjetivo- relación simbiótica.

Después vendrán las lluvias templadas de abril cayendo sobre los suelos de la sierra de Biar…


PS: Probablemente una de las orqídeas (la que aparece el ejemplar entero) sea una Ophrys fusca, o algunas de sus subespecies... Soy discreto, no me atrevo a afinar tanto y a la espera estoy de que una voz autorizada confirme la clasificación. La otra, la que aparece de perfil, probablemente sea una Ophrys tenthredinifera.

Comentarios

David Molina Molina ha dicho que…
por lo de voz autorizada no se si te refieres a mi, jeje.

es del grupo fusca, si, probablemente O. dianica por el borde tan amarillo, aunque tambien podría ser O. lupercalis, una especie mas frecuente, la otra especie está correctamente identificada.
Emilio Martín Estudillo ha dicho que…
Gracias, voz autorizada, comprobaré lo de la lupercalis.
Un abrazo
David Molina Molina ha dicho que…
casi seguro es la dianica
Train ha dicho que…
¡Qué casualidad! domingo pasado ví en el parque de "El Chorro" unas cuantas como la última foto, en amarillo y azul-violeta. PRECIOSAS. Ahora encima puedo dejar a cualquiera con la boca abierta con lo que he aprendido aquí.
Emilio Martín Estudillo ha dicho que…
Gracias Train por el comentario! Se trata de eso, de aprender entre todos...