Viaje a los Estados Unidos de Norteamérica (Primera parte)


Para compensar a mis escasos pero leales seguidores estos largos días de silencio cibernético –ocasionados por un cambio de residencia- aprovecho para repasar el cuaderno de campo y repasar las discretas observaciones que pude anotar en un viaje a Estados Unidos realizado el marzo pasado, justo a comienzos de la primavera en la parte norte de este planeta. El viaje consistió en dos semanas de dar tumbos con mi familia americana por parte del Northern Midwest, es decir, los estados de Illinois, Minnesota y Iowa (también están considerados en esta acepción histórico-geográfica los estados de Indiana, Michigan, Nebraska, North Dakota, Ohio, South Dakota y Wisconsin). En total, el que esto suscribe se metió en ocho aviones diferentes en apenas doce días, conoció tres jornadas de nevadas continuas, anduvo con su sobrino por un parque fundado por un ballenero del siglo XIX, vio unas veintitantas especies de aves en libertad que nunca antes había visto y se hinchó a capuchinos, tortitas y beicon frito.

La foto que inaugura la sección pertenece a un lobo gris (Canis lupus), en concreto a una subespecie que en EEUU recibe el nombre de Grey Wolf o Timber Wolf. El tercer nombre en latín no me atrevo a ponerlo porque hay unas discusiones tremendas sobre las diferentes subespecies de este cánido en el continente americano. En Minnesota hay unos 2.500 lobos que se mueven a sus anchas por los enormes territorios vírgenes del norte del estado, cazando ciervos, alces y… pequeños roedores que, como todos los lupófilos (perdón por el neologismo) del mundo saben, es uno de los aperitivos preferidos de este magnífico animal. En Minnesota el lobo está estrictamente protegido y no se le puede cazar, circunstancia que está provocando algunos problemas con los ganaderos de determinadas áreas que ven en la expansión del cánido una futura amenaza para sus intereses.

Comentarios