
Y es que la no acabada batalla contra la discriminación de nuestras compañeras de especie tiene numerosos frentes abiertos, frentes que discurren en paralelo pero que, en la mayoría de los casos, tienden a cruzarse, confundirse y hasta fundirse para crear otro nuevo.
Aparte de lo reiterativo que resulta escribir que las mujeres, debido a la cultura patriarcal todavía imperante en nuestras latitudes, se han subido a la locomotora de la formación académica no hace ahora ni cien años, resulta cuanto menos injusto no esforzarse “una miaja” para comprobar que mujeres naturalistas las hubo y las hay y no en escaso número, por cierto, pese a los gigantescos impedimentos sociales, culturales y hasta psicológicos que han ido socavando su camino.
Es más, rebuscando en la memoria, no sólo encuentro señoras renombradas en lo naturalístico, sino que, si amplío el enfoque hacia el mundo de la conservación y sensibilización ambiental, lo que hallo son, a mi entender, lo mejor que ha dado el ser humano en cuanto a tenacidad, capacidad de sacrificio y efectividad. A bote pronto se me ocurren Diane Fossey, Rachel Carson, Lee Durrell, Jane Goodall, Petra Kelly…
Reconozco que este naturalista discreto también ha caído en la trampa de sólo ver la mitad del cuadro, como bien demuestro, nada más y nada menos, en mi primer post, cuando sólo cito nombres masculinos en mi lista de insignes naturalistas…
Foto de Peter Veit
Comentarios