Ahora bien, haya o no haya lince por esos peñascos, lo cierto es que esta sierra es una auténtica maravilla. La población de rapaces conserva una extraordinaria salud, seguramente por el aislamiento de estos montes y la proximidad de campos de cultivo (grandes productores presas potenciales); durante esta última salida pudimos observar las evoluciones de una familia de cernícalos (Falco tinnunculus) y, de otras excursiones, contamos con anotaciones de Águila perdicera, Águila real y Halcón peregrino. Se ha constatado igualmente la presencia de Búho real, Cárabo y Autillo. En cuanto a mamíferos, más difíciles de detectar, es bastante probable (no contamos con bibliografía) que no falten el Zorro, el Gato montés, la Garduña, la Gineta, la Comadreja, el Jabalí… y el resto de las especies habituales que pululan por las sierras alicantinas. Lo que no tenemos tan claro es la presencia de Arruí (Ammotragus lervia)... Según un estudio del 2003 del SECEM publicado en la revista Galemys, no se ha detectado la presencia de este bóvido en la sierra, aunque su extraordinaria expansión en los últimos años lo podría haber hecho llegar hasta estos peñascos.
En el aspecto botánico se ha de señalar que la sierra conserva una pinada de Pinus halepensis como sólo se puede ver en la provincia de Alicante en la Sierra de Maigmó; en los numerosos barrancos que la recorren crecen carrascas (Quercus ilex subsp. ballota) y quejigos (Quercus faginea), una especie esta última no muy frecuente en Alicante. En general, el matorral mediterráneo está muy bien representado y la sierra presenta algunos enclaves tan sugerentes como la cueva del Lagrimal, sólo mancillada por un exceso de señalización, muy deteriorada por la lluvia, cuya presencia en las sierras levantinas parece ser una plaga de difícil erradicación.
Foto: EME'08
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